PODEROSA NAVIERA, POTENTES ASTILLEROS

J. J. Dómine fue médico, consignatario de barcos, naviero, diputado, senador… Primer presidente de Campsa, entre otras iniciativas. Mil empresas.
Nacido en 1869 en Albacete, un muy pequeño José Juan Dómine se trasladó a Valencia. De Villanueva del Mar, población absorbida en 1897 por la capital (el Grao de Valencia), era su esposa, Pilar. El puerto y el Mediterráneo cambiaron su vida. Antes estudió con brillantez Medicina y dirigió ‘La Salud Pública. Revista de higiene y tuberculosis’, que impulsó junto a conocidos doctores como José Chabás, Francisco Moliner y Vicente Peset Cervera, padre de Peset Aleixandre. Promovieron una corriente de higienistas preocupados por los ciudadanos más desfavorecidos.
De ideas liberales, entró en política y en 1904 fundó en Valencia el partido de Canalejas. En 1909 falleció su padre y se hizo cargo de la empresa familiar, la consignataria de barcos y transitaria Agencia Dómine, que subsistió hasta 1972, tras ser de las primeras en operar con ‘containers’.
En 1909, con una alianza empresarial y familiar con Juan José Sister, se fusionan la Compañía Valenciana de Navegación (fundada por J. J. Sister) y La Roda Hermanos, de la que Dómine era gerente. Nace la Compañía Valenciana de Vapores Correo de África y con su habilidad se adjudican la concesión estatal de comunicaciones entre la península y el Magreb.
Esta exitosa empresa fue el origen de Trasmediterránea, que surgió de la unión con sociedades catalanas. Se fraguó en 1917; es decir, en plena I Guerra Mundial, con los submarinos alemanes bloqueando el Mediterráneo, el Canal de la Mancha y el Mar del Norte; con un comercio de máximo riesgo y medio paralizado, y una Valencia que sufría graves carestías de carbón y padecía cortes en el alumbrado público.
Quienes lo conocieron y dejaron algo escrito sobre él destacan su capacidad como gestor, un enorme carisma, la «milagrosa sugestión de sus palabras» y una «simpatía arrolladora», que ayudaron a concluir con éxito cualquier empresa, por osada que pareciera, tal y como reconoció su amigo y socio Ernesto Anastasio.
Aunque más conocido por Trasmediterránea, los mayores orgullos de J. J. Dómine fueron primero los astilleros y después Unión Naval de Levante, como sucursal de la naviera y empresa que alcanzaría los 3.000 empleados. Sus buques fueron «obras de artesanía» y ejemplo de «pulcritud». Más de 200 barcos salieron de sus talleres, hasta el cierre definitivo de hace unos años.
Hacia el final de su vida, el general Primo de Rivera y el ministro Calvo Sotelo le encargaron al liberal J. J. la puesta en marcha en 1927 de la Compañía Arrendataria del Monopolio del Petróleo (Campsa), para frenar el dominio extranjero, en una compleja operación en la que hizo confluir la banca catalana y del resto de España. Dómine destacaba por eso. Unía voluntades. Y convirtió Valencia en una potencia naval.