Vaya por delante que yo soy de quienes creen que 24 diputados es un buen resultado. Por supuesto, nos hubiera gustado obtener más, pero en perspectiva
histórica, romper todos los tabús políticos que han impedido a cualquier partido criminalizado por los medios con la etiqueta de “extrema derecha” obtener representación en los últimos 35 años es un logro nada desdeñable.
Si hace tan solo un año nos hubieran dicho que Vox iba a tener 24 escaños y que nos iban a parecer pocos, simplemente no lo hubiéramos creído. Esto no le debe impedir a Vox, sin embargo, realizar la necesaria autocrítica, pues también es cierto que se han cometido errores evidentes, que han impedido conseguir un éxito aún mayor, como prometían los resultados en Andalucía y el hecho de haber sido “el partido de moda”, objeto del debate político, en los últimos meses.
Vox renunció a tener una campaña convencional, confiándolo todo a los baños de masas de Abascal y a ese protagonismo mediático, aunque generalmente
hostil. Un error particularmente grave fue renunciar al mailing electoral, cuando mucha gente, sobre todo mayor, siente reparos al coger las papeletas en el
colegio y suele llevarlas de casa. Además se apartó a los militantes,cargándose las primarias a escasos dos meses de las elecciones, para llenar después las listas a dedo de arribistas procedentes del PP y Ciudadanos que desplazaron a muchos de los afiliados de primera hora, justo lo que se suponía
que la cancelación de las primarias pretendía evitar. La renuncia de Fernando Paz a ir en las listas después de sufrir ataques totalmente injustificados no solo desde la izquierda, sino incluso de medios teóricamente amigos, simbolizó perfectamente la decepción de muchos militantes, especialmente de los procedentes de sectores patriotas.
En Valencia, los resultados fueron especialmente dolorosos. La que estaba llamada a ser una región vivero de votos de Vox, la provincia por la que salía el segundo diputado del partido de Abascal, tras el de Madrid, hace un año, cuando las primeras encuestas más optimistas comenzaban a darle una tímida
representación, se ha quedado por debajo de la media nacional, si descontamos a Cataluña y las provincias vascas, donde la presencia de Vox es
mucho menor.
Además en las elecciones autonómicas Vox cosechó unos 40.000 votos menos que en las generales, celebrándose a la vez, lo que fueclave para la reedición del “pacto del Botanic”. Parece que 40.000
simpatizantes de Vox no quisieron votar al presidente provincial y candidato a la Generalitat José María Llanos.
Habrá que reconocer que la gestión del profesor de derecho romano no está siendo especialmente bien recibida por los militantes valencianos.
Llanos ha marginado y vetado en el partido a todos los militantes procedentes de la Coordinadora, insultando así al valencianismo y desdeñando toda la lucha anticatalanista y en defensa de la unidad de España y de la cultura valenciana que ha marcado las mayores movilizaciones de los valencianos de los últimos 40 años.
De igual modo, ha apartado a todos quienes no le apoyaron para conseguir la presidencia provincial y a muchos de quienes le apoyaron y han caído después en desgracia, así como a muchos representantes de los pueblos, simplemente por no tenerlos bajo su control.
De este modo, Vox no ha presentado listas municipales en localidades como Náquera, donde ganó las elecciones generales, o en Catarroja, por el veto a los fundadores del partido en esta localidad, alcanzado un número de listas ridículo para la presencia de militancia de Vox en la provincia.
Espero que la dirección de Vox, tanto provincial como nacional, valore estos resultados y recuerde que la formación no anda tan sobrada de apoyos, como
para poder marginar y vetar a medio partido, y adopte unas políticas internas de mayor integración y respeto a la militancia en el futuro o sino tendremos la inevitable sensación de están tan preocupados por no perder el control de la organización… que se han olvidado de crear un partido estructurado, implantado y fuerte.
José Manuel Bou Blanc